domingo, 26 de junio de 2011

ADAPTACIÓN DEL CUENTO “TODA CLASE DE PIELES”
Érase una vez, un rey y una reina que vivían felices en su reino de magia y fantasía. Un día, la reina decidió tener un niño con el fin de dar un heredero a su reino, y consiguió quedarse embarazada.
Nació un hermoso niño, cuyo nombre fue Leonardo. Leonardo recibió la educación de un futuro rey, y el entrenamiento de un líder de ejército.
Pasaron los años y los reyes cada vez eran más viejos. Era la hora de encontrar una mujer para Leonardo, y así, tener una reina
para el bonito reino.
Muchas candidatas se presentaron al joven príncipe, pero éste siempre ponía excusas. Buscaba una candidata que le otorgarse una espada tan dorada como el sol, una coraza tan plateada como la luna y unos ojos tan brillantes como las estrellas.
Las candidatas siguieron pasando hasta que apareció una con las mismas características, pero no le convencía del todo, por lo que el joven príncipe alargó su matrimonio con ella lo máximo posible.
Tras el verano, el joven príncipe le pidió unas botas duras y calientes para el invierno. La joven chica tejió con sus manos unas bonitas botas, y éste, siguió alargando la espera. La chica, enfadada, decidió echarle en cara que había cumplido todos sus deseos y el joven príncipe, asustado, abandonó el castillo una noche de verano disfrazado de mendigo.
El príncipe vivió como mendigo durante años hasta que las fuerzas reales del castillo recaudaron gente para servicio doméstico de la familia real. A Leonardo le llamaban Trapo sucio.
Trapo sucio trabajó en el castillo, pero un día conoció a la joven princesa, que sería futura reina. Ésta buscaba marido y estaba recibiendo la visita de miles de hombres. A Trapo sucio le encantó y pidió un día por asuntos propios. Éste, se mostró ante la princesa con una espada dorada que brillaba tanto como el sol, para demostrar su valentía.
Al día siguiente ocurrió lo mismo. Se puso su coraza plateada que brillaba como la luna, para demostrar lo hombre que era. Al día siguiente más de lo mismo, mostró a la princesa sus ojos brillantes para demostrarla lo sincero que era. Esa misma noche, la princesa mandó a Trapo sucio a sus aposentos para que éste le hiciese la cama. Al entrar, la princesa cerró
las puertas de la habitación, diciéndole que sabía perfectamente quién era.
Se casaron y vivieron felices.
Colorín colorete este cuento se termina en un periquete.

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